lunes, 27 de octubre de 2014

Construcciones

El paso del tiempo ensucia las aceras, emborrona los cristales y deja un rastro de polvo sobre los muebles.

El paso del tiempo también limpia. Arrastra las tristezas hasta la orilla, para secarlas.

El paso del tiempo, destruye. Para volver a construir.

Hay días en los que soy arquitecta. Y dibujo y pienso. Emborrono cuartillas, folios, cartulinas. Aprieto la escuadra y el cartabón. Saco punta al carboncillo y diseño un plano sobre otro. Calculo estancias, dónde colocar los enchufes, metros cuadrados, escaleras, materiales térmicos para las ventanas, salidas de emergencia. A ratos, me mancho las manos de cemento y construyo. Preparo la mezcla y coloco un ladrillo sobre otro. Levanto muros, tabiques, columnas. Alicato los baños y dejo puestos las baldosas del suelo. Me restriego el sudor de la frente con las manos sucias y me limpio la arena en la parte trasera del pantalón. 

Construyo y construyo. De la mañana a la noche. Y en la noche, sueño. 

(...) Hay días para decorar. Pienso en colores, texturas, en alfombras suaves, en luces de ambiente, copas de vino, edredones, tu ropa en mi armario, toallas, cepillos de dientes, librerías llenas y sofás de invierno. Tú dentro de mi. Nosotros, la construcción. Sin planos, sin medidas, sin plazos.

Nosotros cambiando muebles de lugar. Y el amor, alrededor.

Nota mental: De nuevo.

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