miércoles, 5 de noviembre de 2014

Sin-razones

Mi piel sin la tuya
Se queda sin ganas
Se muere de miedo
Apaga su voz.

Mi piel sin tus dedos
No atiende a razones
Olvida caricias
Sabe a cartón.

Mi piel sin tu olor
Tiene fronteras
Desiertos, trincheras.

Mi piel sin tus besos

No sabe de amor. 

martes, 4 de noviembre de 2014

Llegaste un día
O quizá fui yo quien te llamé.
Te pusiste a mi lado para contarme
Que te gustaba el cine
Que odiabas las rutinas
Que volabas a ratos
Que ibas a rozarme la mano.
Y a soplarme el cuello.
Echamos a un lado las cortinas.
Miramos sin prisas
Mientras el hielo de tu copa, lo único frío.
Contamos verdades
Historias, pasados
Perfilamos futuros y adornamos presentes.

Tú llegaste un día
Y seguro que fui yo quien te llamé.

Para inventarnos.

Todo el tiempo.

martes, 28 de octubre de 2014

Efectos especiales




ABRACADABRA

Eres tú
el que con su magia y con sus trucos
con su mira la moneda que ya ha desaparecido
ha metido mi corazón debajo de la chistera
y ha aparecido un kilo de arena 

lunes, 27 de octubre de 2014

Construcciones

El paso del tiempo ensucia las aceras, emborrona los cristales y deja un rastro de polvo sobre los muebles.

El paso del tiempo también limpia. Arrastra las tristezas hasta la orilla, para secarlas.

El paso del tiempo, destruye. Para volver a construir.

Hay días en los que soy arquitecta. Y dibujo y pienso. Emborrono cuartillas, folios, cartulinas. Aprieto la escuadra y el cartabón. Saco punta al carboncillo y diseño un plano sobre otro. Calculo estancias, dónde colocar los enchufes, metros cuadrados, escaleras, materiales térmicos para las ventanas, salidas de emergencia. A ratos, me mancho las manos de cemento y construyo. Preparo la mezcla y coloco un ladrillo sobre otro. Levanto muros, tabiques, columnas. Alicato los baños y dejo puestos las baldosas del suelo. Me restriego el sudor de la frente con las manos sucias y me limpio la arena en la parte trasera del pantalón. 

Construyo y construyo. De la mañana a la noche. Y en la noche, sueño. 

(...) Hay días para decorar. Pienso en colores, texturas, en alfombras suaves, en luces de ambiente, copas de vino, edredones, tu ropa en mi armario, toallas, cepillos de dientes, librerías llenas y sofás de invierno. Tú dentro de mi. Nosotros, la construcción. Sin planos, sin medidas, sin plazos.

Nosotros cambiando muebles de lugar. Y el amor, alrededor.

Nota mental: De nuevo.

lunes, 24 de febrero de 2014

Domingos




                                              Rotos los huesos en tu abrazo,

                                        alfombra de distancia. Anhelos.

                                              Recuperar la cordura,
                                                       a base de besos.

                                              
El sol, siempre por dentro.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Miércoles

Tus manos dibujan el contorno exacto de mis pechos y
tienen la medida del hueso de mi cadera.

Tus manos hablan y discuten con mi boca. Se cobijan en el hueco de mi vientre y pasean por mi nuca.

Esas manos tuyas están hechas para tocarme.

Y nosotros aún lo estamos descubriendo.

martes, 28 de enero de 2014

Telón y abismos



Te fuiste.
Durante la hora que duró tu despedida fui guardando cada una de tus excusas en mis bolsillos. En los bolsillos de los pantalones guardé las complicaciones, en el de la camisa metí la incertidumbre y el miedo, y en las manos me quedé con el desamor. Así, con el desamor en todo su esplendor, con un desamor grande y pegajoso, con cientos de kilos de desgana que se escurrían entre mis dedos. Intenté soltarlo, dejar caer al menos una parte de esa inmensa masa, apoyarla sobre la mesa. Sacudí las manos, agité los brazos. Pero aquello no se despegó. No se movió. Qué hago ahora con todo esto, pensé. Mientras tú me ibas repitiendo en voz muy baja el decálogo completo de despedidas. Instrucciones para irse de forma limpia y sin heridas. Yo intentaba mirarte, pero aquella cosa viscosa que olía a angustia me pesaba como una losa, y mi cuerpo empezaba a resentirse por el esfuerzo.

Me senté. Apoyé aquello sobre mis rodillas y te busqué. Pero ya no estabas. Habías salido de la pequeña habitación cerrando la puerta con llave.

Allí nos quedamos, solos, el desamor y yo.
Te llamaré sin nombre, le dije. Y yo seré tan inmenso como el vacío, contestó.
                                
Así seguimos, pactando las reglas de nuestra propia batalla.




Nota mental: Quédate con todos mis besos. No caducan.