martes, 17 de abril de 2012

Despedidas, flaquezas y bacterias

Ya van dos en pocas horas. 
Y no se fueron con las cosas hechas, ni con besos a sus hijos, ni despiendo a la vida con las manos, ni cerrando los ojos en paz. Se marcharon a golpes, a empujones, a gritos. Terminaron su camino porque él les cortó sus pasos, arañó sus esperanzas y sus deseos, maltrató sus días y asesinó su tiempo. Y otra vez. Una vez más. Sus casas han quedado vacías, las camas llenas de lágrimas y mucho polvo en los rincones. Ya no hay voces, ni manos, ni silencios. Ya no hay nada. Porque ellas ya no están. 
Ni siquiera han dejado sus sombras, se lo han llevado todo, por si acaso a él le da por despertar y buscarlas, e incluso, encontrarlas.

Nota mental: adiós amigas, nosotras seguiremos intentando ser libres. Por vosotras, por ellas.

Y esa señora Kirchner, que se sube a la chepa de una gran compañía petrolífera española (y a la chepa, si puede, de este país nuestro. Ay, las formas) o ese señor Wert (apellido sonoro donde los haya) que viene a decirnos que qué nos creíamos, que a ver si esto de luchar por mantener un sistema educativo cada vez mejor y más efectivo iba a durar para siempre. Unos y otros echando mano de la debilidad, para mordenos el tobillo. La flaqueza de nuestras cuentas y la flaqueza de nuestras ganas. La depresión se mire por donde se mire, abre las puertas a las bacterias.

Qué pensábamos, eh. ¿Que todo lo conseguido, que las mejoras y los avances no tenían puntos finales?.
Pues los tienen, y además, no sólo finales, también tienen saltos de página y de tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario